Pachacútec , "el que cambia la
tierra", fue el noveno gobernante del incanato entre los años 1428 y
1471, cuarto gobernante de la dinastía Hanan Cuzco.
Hijo de Viracocha y
Mama Runtu. Su nombre fue inicialmente, Cusi Yupanqui (príncipe alegre).
Desde muy joven mostró aptitudes para el gobierno y las conquistas, sin embargo
fue relegado injustamente en beneficio su hermano Inca Urco,
un príncipe sin méritos suficientes.
Su juventud transcurrió en una época muy turbulenta. Los chancas habían
comenzado su avanzada con la invasión de posiciones cuzqueñas, llegando a su
punto álgido en 1435, cuando se hallaban muy cerca a la ciudad. Su padre, junto
a Urco habían salido a hacerle frente a los invasores; pero se vieron obligados
a la retirada, lo que aumentó la inquietud en la ciudad.
Cusi Yupanqui, ya consagrado como guerrero, apoyado por los generales
Vicaquirao y Apo Maita organizó la resistencia. Los atacantes llegaban
liderados por Astoy Huaraca y Tumay Huaraca, tenían fama de invencibles y
contaban con el apoyo de los ayarmacas.
Los cuzqueños apoyados por los canas y por los míticos pururaucas
lograron contenerlos con sangrientos choques en la mismas puertas de la ciudad.
Entusiasmados por el arrojo de Cusi Yupanqui miles de hombres y mujeres
combatieron e hicieron retroceder a los invasores. La batalla final se dio cerca
al río Apurimac, en la llanura de Ichupampa. Los Incas vencieron
categóricamente cuando Cusi Yupanqui logró decapitar a rey Astoy Huaraca.
Miles de chancas y cuzqueños murieron en aquel campo que en adelante fue
nombrado Yahuarpampa ("Llanura de sangre").
Después de invadir el país de los Chancas, Cusi Yupanqui regresó al
Cuzco con muchos prisioneros, un rico botín y lleno de gloria. Fue aclamado
encumbrado como nuevo Sapa Inca con el nombre de Pachacútec. Urco se sublevó
reclamando el poder pero fue derrotado por Pachacútec en la Batalla de Paca
(río Tambo) y arrojado a un barranco. El viejo Viracocha, resignado, pidió
perdón al vencedor y lo reconoció como el nuevo soberano.
Dotado de un gran talento militar, inició la expansión del Imperio Inca
más allá de las fronteras del Perú actual: hacia el norte, conquistó los reinos
Chimú y de Quito, y por el sur llegó hasta el valle de Nasca. A fin de imponer
su dominio sobre un complejo mosaico de más de 500 tribus, con lenguas,
religiones y costumbres dispares y radicadas en áreas geográficas distantes,
Pachacútec Inca Yupanqui reprimió con extrema dureza las rebeliones de los
pueblos sometidos y no dudó en deportar a los grupos más conflictivos lejos de
sus regiones de origen, dado lugar a los pueblos desplazados o mitimaes,
pueblos que por su rebeldía habían sido llevados desde su lugar de origen a
otro lugar más estratégico para los fines del Imperio.
No fue, sin embargo, un mero conquistador, ya que también supo dotar a
su Estado de una sólida y eficaz estructura administrativa.
Estableció la confiscación de tierras "para el sol" y "para
el inca", mandó construir canales de regadío, andenes (terrazas
agrícolas) y colcas (depósitos o despensas estatales) en todas
las regiones del imperio.
Conectó todas las llaqtas (ciudades) ampliando el Capac
Ñan (camino del Inca), en sus tramos se edificaron tambos (aposentos)
donde descansaban y se aprovisionaban los funcionarios o servidores imperiales.
El servicio de chasquis (mensajeros) y el entrenamiento de quipucamayoc (contadores)
contribuyeron a acelerar las comunicaciones y guardarlas con fines estatales.
Dividió el Imperio en cuatro suyos (regiones), y a
estos en huamanis (provincias). Estableció una red de
funcionarios leales al Sapa Inca: Suyuyuc Apu, para las regiones; Apunchic,
para las provincias; Tucuy Ricoc, para supervisar la labor de los curacas en
sus ayllus o comunidades.
Priorizó el culto al Sol y ordenó la edificación de muchos templos en su
honor, asimismo aseguró tierras y mitayos (trabajadores por
turnos) para el sostén de los tarpuntaes y vilcas (sacerdotes).
Complementó su labor integradora al establecer el uso del Quechua o Runa
Simi como lengua oficial del Tahuantinsuyo.
En los últimos años de su vida, Pachacútec confió la dirección de las
campañas militares a su hijo Túpac Yupanqui, en tanto que él se dedicaba a supervisar la
construcción de algunos de los monumentos más importantes de la cultura inca,
como el Templo del Sol, en el Cuzco, la ciudadela de Sacsayhuamán, cerca de la
capital, y Machu Picchu, la ciudad-fortaleza enclavada sobre el valle del río
Urubamba.
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